Estos son los países a los que el Gobierno quiere convencer sobre el uso del catalán, gallego y euskera en la UE
La Moncloa no pide de momento discutir o votar sobre la iniciativa en el Consejo de Asuntos Generales.

Gerard Fageda
Bruselas--Actualizado a
El Gobierno quiso apurar hasta el último momento en el pasado Consejo de Asuntos Generales (CAG) de la Unión Europea y no pidió retirar el punto de votación sobre la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en las instituciones europeas hasta que varios Estados miembros mostraron sus reticencias. Según informan fuentes diplomáticas a Público, Alemania incluso amenazó con vetar la iniciativa si se llevaba a votación, mientras que Italia pidió más tiempo y un informe legal sobre la propuesta española.
Ante esta negativa de los socios comunitarios, la Moncloa ha decidido de momento no pedir llevar a discusión o a votación la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en el próximo Consejo de Asuntos Generales, que se celebra en quince días en Luxemburgo. De hecho, este domingo pasado se acababa el plazo máximo para poder solicitarlo a Polonia, que es el país que ostenta la presidencia de turno del Consejo de la UE durante este semestre. A partir de ahora, si la Moncloa quiere que se discuta en el próximo CAG, tendría que tener el visto bueno de todos los países y no solo del Gobierno polaco, cosa que complica que consiguiese que se incluya en el punto de la agenda.
La Moncloa, preguntada por este periódico, evita aclarar si finalmente intentará que se lleva a discusión a votación, e insiste que ahora está centrada en convencer uno a uno a los al menos siete Estados miembros que mostraron reticencias en la última reunión ministerial. “Partido a partido”, se limita a responder el Gobierno.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, aseguró en declaraciones a la prensa después del último Consejo de Asuntos Generales que eran siete los países que dentro de la reunión a puerta cerrada pidieron que, como mínimo, se les diera más tiempo para estudiar más a fondo la propuesta. Según informan fuentes diplomáticas a este periódico, aparte de Alemania e Italia, también pidieron el turno de palabra para dejar constancia de sus reticencias Croacia, Austria, Suecia, Finlandia y República Checa.
También se pronunciaron las autoridades francesas, pero de manera tan ambigua que hay fuentes presentes en la sala que consideran que se pronunció a favor y otras que aseguran que más bien en contra. En todo caso, Francia siempre se ha mostrado reacio a esta iniciativa, si bien quiere mantener un buen tono con España, y en general es uno de los países europeos que más ha reprimido a las comunidades lingüísticas minorizadas que se encuentran dentro de su territorio, entre las cuales se incluye el catalán y el euskera.
El hecho de que España no haya pedido, al menos hasta hora, incluir en la agenda del próximo Consejo discutir o votar la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera no ha sorprendido al resto de socios comunitarios. Varias delegaciones diplomáticas ante la UE consultadas por Público aseguran que es prematuro volverlo a discutir otra vez el 24 de junio, sobre todo después de la negativa clara en el anterior CAG. En este sentido, creen que sería adecuado dar más margen de tiempo para que los Estados miembros puedan estudiar más a fondo la propuesta del Gobierno.
Las dudas que presentan los Estados miembros continúan siendo las mismas que desde el principio. La mayoría de países teme que la oficialidad del catalán, gallego y euskera animen a comunidades lingüísticas minorizadas o minoritarias que se encuentran en su territorio a pedir el mismo reconocimiento. Este miedo se acentúa en los países que tienen minorías rusófilas dentro de sus fronteras, como los países bálticos. Sin embargo, España asegura que estas tres lenguas tienen una protección única a nivel europea, y recuerda que constan como oficiales en la Constitución, y se pueden utilizar en el Congreso y en el Senado.
Un empujón de última hora
Después del último CAG, las mismas delegaciones diplomáticas aseguran que España no se ha puesto en contacto con ellas ni —que ellas tengan constancia— con representantes de su Ejecutivo. Además, otras fuentes diplomáticas apuntan que la Moncloa no incrementó otra vez la presión para intentar convencerles hasta pocas semanas antes del encuentro ministerial donde estaba previsto que se votase. “Hacía tiempo que no se ponían en contacto con nosotros, hasta hace tres o cuatro semanas”, responde un diplomático. “Se durmieron”, añade otra.
Se trató de un empujón de última hora, pero el Gobierno consiguió sumar nuevos países a favor de la iniciativa. Por primera vez, el Gobierno danés, que también pertenece a la familia socialdemócrata, expresó públicamente su apoyo, y también Bélgica, Portugal e Irlanda mostraron un respaldo más explícito, según diversas fuentes diplomáticas. Chipre y Hungría también se mostraron más predispuestos por primera vez, sumándose así a Rumanía.
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