A las comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca se los podría ubicar como otra zona cero en la crisis del coronavirus. Ningún caso de COVID-19 o una muerte por la enfermedad se ha registrado en pequeñas comunidades desde que la pandemia estalló hace un año.
Mientras en el resto del país los decesos ya suman 203 mil muertes, en comunidades serranas como San Mateo Cajonos, San Baltazar Yatzachi el Bajo, San Bartolomé Zoogocho, San Andrés Yaá y Santo Domingo Roayaga sus habitantes han logrado contener la llegada y el esparcimiento de Sars-Cov-2, según cifras oficiales. “Aquí llegaron primero las vacunas que el virus”, ha escrito El Universal sobre caso de la comunidad zapoteca de Villa Hidalgo Yalálag, en donde su alcalde defiende que no ha habido contagio alguno y mucho menos decesos. Aunque la Secretaria de Salud contabiliza dos casos y un fallecimiento.
Sea cual sea, el pueblo es una excepción ante los 2.3 millones de casos de COVID-19 registrados al 31 de marzo, según la Secretaría. ¿Cómo se ha logrado tal proeza? Han bastado las estrictas reglas de distanciamientos social: un filtro en la entrada de la localidad solo permite el acceso a los habitantes, pobladores de comunidades cercanas, trabajadores del correo y médicos. Incluso, destaca el diario, los oriundos de esta comunidad zapoteca de la Sierra Norte de Oaxaca que viven en otros estados tienen prohibido el acceso.
La medida, compartida por otros pueblos, parece haber surtido efecto. Como Yalálag, varios pueblos de aquella zona serrana del país habrían logrado algo inédito: mantener nulos o al mínimo los casos. San Melchor Betaza, un municipio aledaño solo ha reportado un caso registrado de coronavirus por la Secretaría, según El Universal. Mixistlán de la Reforma, San Pablo Yaganiza, san Francisco Cajonos también han logrado mantener el impacto al mínimo.
Se trata de comunidades pequeñas a donde la vacuna contra el COVID-19 ya ha comenzado a llegar. Por ejemplo, el presidente municipal de Yalálag, Juan Cuevas Ríos, explicó que de 390 vacunas que recibieron municipios como San Francisco Cajonos, y San Miguel Cajonos, bastaron 90 para vacunar a todos los adultos mayores del pueblo. A diferencia de las escenas de las grandes ciudades de México donde la vacunación se desarrolla, el Universal describe que a este pequeño poblado le bastaron dos activos de la Guardia Nacional y otros tres funcionarios locales para recibir las dosis que se resguardaron en la clínica local. Las enfermeras de la localidad fueron quienes aplicaron la vacuna.
Casos como el de estos pueblos donde el COVID-19 no ha entrado, llegan cuando algunos especialistas anticipan una nueva ola de contagios que podría verse motivada por la llegada de los días de asueto en Semana Santa y los cambios en el semáforo epidemiológico.