Yenín, ciudad fantasma: Israel aprovecha la tregua en Gaza para aumentar la violencia en Cisjordania
Aumenta la presencia militar de Israel en los territorios ocupados con redadas masivas en Yenín y Nablus. Desde el 7 de octubre de 2023 más de 900 palestinos han sido asesinados en Cisjordania.

Néstor Prieto Amador
El precario alto al fuego en Gaza está siendo aprovechado por el Gobierno israelí para focalizar sus esfuerzos en Cisjordania, donde desde hace semanas se vive un aumento de la violencia contra la población palestina.
“Estamos en una guerra con varias etapas. Ahora es el momento de Samaria”, aseguró Ronen Bar, jefe del servicio de inteligencia interior israelí (Shabak), empleando el nombre bíblico de Samaria para referirse al norte de Cisjordania. Desde principios de año ha aumentado ostensiblemente la presencia militar israelí en todo el territorio cisjordano y se han intensificado las redadas y detenciones contra la población palestina. Parte de la capacidad militar liberada en Gaza está sirviendo para apuntalar el régimen de apartheid en los territorios ocupados.
Dos días después de la entrada en vigor del alto el fuego, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció una gran operación “antiterrorista”, bautizada como Muro de Hierro, contra el campo de refugiados de Yenín, que consideran un “bastión” para Hamás y otras milicias palestinas. En los cinco primeros días de agresión, al menos 12 palestinos han sido asesinados y más de 40 han resultado heridos.
Yenín es hoy una ciudad fantasma. Desde que comenzara la operación, el pasado martes 21, Israel ha restringido las entradas y las salidas del campo, que vigila tanto con incursiones terrestres como con decenas de drones. En el Hospital Central de Yenín permanecen hacinadas más de 600 personas entre pacientes y población desplazada a la que Israel no permite abandonar las instalaciones. El director del centro, Wissam Bakr, aseguró en declaraciones a Middle East Eye que las fuerzas israelíes han rodeado el edificio y están realizando cortes de electricidad e impidiendo la llegada normal de alimentos. “Temíamos que lo asaltaran o empezaran a disparar”.
El mismo día que comenzaba la operación Muro de hierro, a escasos 40 kilómetros al norte de Yenín, en los alrededores del campo de refugiados palestino de Nablus, las fuerzas armadas israelíes asesinaban de un tiro en el pecho a Ahmad Rashid Rushdi Jazar, de 14 años de edad. Con él, son ya seis los menores de edad asesinados por Israel en Cisjordania desde que comenzó el año, según Defense for Children Internacional en Palestina.
A principios de enero, el ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, aseguró que los campos de refugiados de “Nablus y Yenín deberían parecerse a Yabalia”, ciudad palestina en el norte de la Franja de Gaza que fue totalmente destruida por el Ejército de Israel.
Thameen Al Kheetan, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Ginebra, aseguró que “las letales operaciones de los últimos días crean serias dudas sobre el uso innecesario y desproporcionado de la fuerza, con métodos propios de una guerra, en violación de las leyes de derechos humanos”. En la misma dirección apuntaba Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en los territorios ocupados de Palestina: “Los crímenes genocidas cometidos por Israel contra los palestinos no se limitarán a Gaza, si no se les obliga a detenerse”.
Los casos de Nablus y Yenín no son más que la expresión más violenta de la política expansionista y de limpieza étnica que Israel tiene reservada a Cisjordania. En el año 2024, mientras se perpetraba el genocidio de Gaza, Israel llevó a cabo la mayor confiscación de tierras palestinas desde los Acuerdos de Oslo de 1993, declarando como “tierras estatales” más de 23,7km2 de suelo palestino. Una apropiación estratégica con la que Tel Aviv busca crear un corredor terrestre de sus colonias en el valle del Jordán y en la frontera con Jordania. Con el alto el fuego de Gaza en vigor y el foco mediático desplazado, Israel puede incrementar su presión sobre Cisjordania con una política de hechos consumados.
En total, desde el 7 de octubre de 2023 hasta el 31 de enero de 2024, más de 870 palestinos, de los cuales 177 eran menores, han sido asesinados por el Ejército o los colonos israelíes en Cisjordania, según los datos que mensualmente recopila la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas. Las mismas fuentes hablan de más de 13.000 detenciones, 6.700 palestinos heridos, más de 1.800 ataques violentos por parte de colonos israelíes, y cerca de 3.000 edificaciones palestinas destruidas en el mismo periodo. Una medida de cuatro incidentes violentos y casi dos palestinos asesinados cada día.
Hamás acusa a la ANP de colaborar con Israel
Las operaciones israelís en Yenín han agudizado las tensiones entre las principales facciones palestinas. Hamás ha acusado a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), dirigida por Mahmud Abbas, de colaborar y facilitar los ataques israelíes de esta semana. “La participación de las fuerzas de la Autoridad [Nacional Palestina] en el ataque de la ocupación al campamento de refugiados de Yenín es un crimen contra nuestro pueblo y un rechazo a la sangre de los mártires”, afirmó la organización islamista en un comunicado.
Según Hamás, la ANP habría asesinado a uno de sus militantes en Yenín y estaría realizando detenciones de líderes políticos locales vinculados a otras facciones palestinas. Todo, según los islamistas, en coordinación con Israel.
Este nuevo choque se enmarca dentro de la disputa que Hamás y Fatah, principal sostén político de la ANP, arrastran desde las elecciones legislativas palestinas de 2006. En dichos comicios Hamás se impuso en las urnas pero no llegó a asumir el poder. Atrapados en acusaciones cruzadas, ambas facciones llegaron a enfrentarse militarmente, tras lo cual Hamás logró un control efectivo de la Franja de Gaza, mientras Fatah hizo lo propio en Cisjordania y consiguió mantenerse al frente de la ANP, entidad reconocida internacionalmente como interlocutor para Palestina.
Desde entonces, la débil institucionalidad palestina está rota. El presidente Mahmud Abbas, perteneciente a Fatah y de 89 años, debería haber revalidado su cargo en 2009. Pero ni esas elecciones presidenciales, ni las legislativas han tenido lugar debido a las desavenencias entre las principales facciones.
De fondo, una diferencia estratégica sobre la negociación o no con Israel y el uso de la vía armada para conseguir la independencia del Estado palestino. Hamás, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Yihad Islámica Palestina y otros grupos han tachado a la ANP y Fatah de “colaboracionistas” y han apostado por la “resistencia armada”.
La constante violación de los Acuerdos de Oslo por parte de Israel, el avance de la colonización, el empeoramiento general de las condiciones de vida y las nulas perspectivas de mejora han pasado factura al gobierno palestino de la ANP, cada vez menos popular en Cisjordania. Gran parte de este descontento ha sido capitalizado por Hamás, que habría reforzado significativamente su estructura fuera de Gaza este último año y medio.
Donald Trump impulsa la agenda sionista
En paralelo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca supone un espaldarazo a los sectores más radicales del sionismo en sus aspiraciones de avanzar en la colonización de Cisjordania. “Estábamos a punto de aplicar la soberanía sobre los asentamientos en Judea y Samaria [Cisjordania] antes de la administración Biden”, dijo el ministro israelí Bezalel Smotrich, agregando que “ahora es el momento de actuar”.
Dentro de la avalancha de decretos firmados en sus primeros días como presidente, Donald Trump incluyó una orden ejecutiva que derogaba el régimen de sanciones contra colonos violentos que Joe Biden impulsó a principios 2024.
Además, durante su primera administración, el republicano impulsó los Acuerdos de Abraham para el reconocimiento y normalización de relaciones de Israel con el mundo árabe. Sus primeros nombramientos confirman esta tendencia; el nuevo embajador de EEUU en Israel y exgobernador de Arkansas, Mike Huckabee, es una figura bien emparentada con el poderoso lobby sionista estadounidense.
Así las cosas, independientemente del alto el fuego en Gaza y Líbano, parece claro que el Gobierno israelí buscará aumentar su control sobre Cisjordania en el corto y medio plazo gracias al apoyo explícito de Trump.
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