Opinión
La inevitable necesidad de "Sumar"

Por Rafa Cofiño
Diputáu por Asturies en el Grupo Parlamentario SUMAR
-Actualizado a
En política, como en tantos otros ámbitos, lo verdaderamente importante no es imponerse ni demostrar que uno tiene la razón, sino ser capaces de construir acuerdos. Y esos acuerdos, cuando se alcanzan, deben servir para transformar y mejorar la vida de las personas.
Los procesos políticos son complejos. De la misma forma que un proceso comunitario o la vida que se desarrolla en lo cotidiano, estos procesos tienen subidas, bajadas, ojos de Guadiana, momentos de éxtasis colectivo y estampidas. Nuestro espacio político (añada la palabra que prefiera: progresista, izquierdas, transformador…) es complejo. No complicado, complejo. Como mi cultura política no es ancha les mencionaría la famosa escena de la vida de Brian, pero no quisiera tampoco parecer demasiado trivial.
El momento social e histórico que vivimos es muy, muy preocupante. Más preocupante que en julio del 2023 cuando conseguimos un acuerdo entre fuerzas hermanas y sociedad civil (un acuerdo frágil y quebradizo, lo sabemos, pero un acuerdo que sirvió para dar pasos adelante).
En aquellos meses previos a julio del 23 muchas personas soñamos con ese espacio. Otras y otros, con mayor trayectoria y militancia, venís soñando con ella desde hace años. Revisar el pasado está muy bien para evitar el adanismo. La imagen que un día compartía mi colega asturiano Pepe Hevia era el de un espacio donde hay ladrillo y hay nube. El ladrillo son los partidos. Estructuras sólidas, orgánicas y fundamentales para dar solidez a un proyecto. Pero el espacio político también es la nube. La sociedad civil organizada o menos organizada. Organizaciones de todo tipo, desde aquellas con una orientación política definida a aquellas orientadas a mejorar el bien común desde el feminismo, el ecologismo, la cultura, movimientos vecinales. Organizaciones, grupos o personas en ese espacio más fluido y dinámico que el de los partidos. Ni mejores ni peores. Consistencias celulares diferentes porque tienen lógicas y funcionamientos diferentes, pero que necesitamos complementar. En el interregno entre el ladrillo y la nube pueden estar, están de hecho, otras organizaciones de consistencia orgánica más intermedia como son los sindicatos.
Julio del 23 trató de movilizar a todo ese gran espacio hacia una mayoría amplia que pudiera seguir impulsando políticas universales y con afán de mejorar la vida de las personas y no de mejorar solamente la vida de las élites o de los que salen en el HOLA!. Ni más ni menos. No es muy sesudo esto, pero es así. Sanidad, educación, derechos sociales y derechos civiles, llegar a fin de mes, tener acceso a una vivienda digna que no nos lleve el sueldo, crecer en entornos donde merezca la pena estar y donde queramos seguir estando, frenar las violencias, un aire más respirable y mejores condiciones de trabajo, vivir a gusto y morirnos en paz.
Conseguimos esa movilización en el 23. Y esto creo que, pese a los altibajos posteriores, es algo que no debemos olvidar. Salimos del armario personas que no venimos de la militancia de partidos y empujamos y seguimos y seguiremos empujando donde seamos útiles. Conseguimos esa movilización, aunque no se pudo acertar -todavía- con un método. Y esta es una palabra clave: método. Un método que combine las lógicas del ladrillo/partidos y de la nube/sociedad civil.
Sumar ha dejado de ser aquel espacio político del 23J y de aquellos meses previos y se ha convertido en un partido dentro del ladrillo. Esto no es bueno ni malo. Es lo que es. Y es un paso adelante más dentro de un proceso político, vivo y cambiante. Hay que saludar este nuevo nacimiento de un partido y felicitar a todas las compañeras y compañeros que han trabajado mucho durante estos meses en su alumbramiento. Movimiento Sumar recoge la esencia, nace como germen para generar un espacio amplio de confluencia de partidos y sociedad civil. Y lo hace de la misma forma que otros partidos del espacio también vienen con esa vocación incorporada en su ADN político y vienen de trayectorias de confluencias. Y cada paso adelante cuenta y suma. Eso es lo que es.
Pero ahora lo que es urgente, dada la gravedad de nuestro momento histórico, es ponernos de acuerdo y encontrar un método para un espacio ancho, una convocatoria donde sepamos tensionar ese espacio, no para romperlo sino para generar movimiento hacia adelante.
Apunto algunos elementos que pienso deberían tenerse en cuenta (y que parten de conversaciones con muchas personas durante estos tres últimos años, desde que empezamos con los grupos de proyecto de país). Algunos de estos puntos fueron claves para el impulso del espacio antes denominado Sumar y lo fueron, a su vez, claves para debilitar ese mismo espacio.
-Es necesario conformar un frente amplio. Ladrillo y nube. Recuperar una marca, una estructura y un liderazgo de este espacio de confluencia. Una marca con contenido, obvio. Soy el que menos sé, pero intuyo que el problema no está tanto en el contenido (en el qué) sino en las maneras (en los cómos).
Un frente amplio. No una burbuja basada en episodios de hipermanía comunicativa. Sí, sigue siendo inevitable la necesidad de Sumar (póngale el lector o la lectora el nombre que prefiera). Y es más inevitable ahora que en el 23, y lo necesitaremos más aún en el 26 o en el 27.
-Se trata de caminar y prepararse hacia las siguientes elecciones, pero también generar un proceso de hibridación, recuperar vínculos dentro del espacio. Me repito. Se necesita método. Y cualquier método también lleva implícita la generosidad.
-El proyecto de país que inicio Sumar en el 2022 logró movilizar participación ciudadana con 35 grupos sectoriales. Hay que recuperar dicho proyecto, pero no vincularlo solamente a un único partido.
Y debe ser un proyecto de participación ciudadana real donde realmente se pongan las luces largas para alumbrar el futuro país que queremos. No debe ser sólo un proyecto instrumentalizado para generar un programa político para unas elecciones. No importa que ese proceso de participación cruja con los partidos o con el gobierno. La sociedad civil va siempre años por delante en la lucha de derechos. Hay que saber establecer esa cadena de transmisión entre la nube y el ladrillo para generar un tránsito del país hacia el futuro.
-Es necesario la revisión de los liderazgos. Un liderazgo fuerte y sólido, comunicativo, pero consensuado y con acuerdos democráticos y no basado en ideas célebres .
Un liderazgo donde cada uno sepa qué puede aportar y que no tenga miedo de ceder puestos de responsabilidad. Se trata de ser hombres y mujeres puente, no hombres y mujeres a caballo. Necesitamos tejedoras.
-Y una obviedad. Si el frente es amplio esto significa que tiene que ser amplio. Por la parte del ladrillo y por la parte de la nube.
-Un espacio propositivo y positivo. No buenista, pero sí basado en la ilusión que es posible construir una sociedad diferente que no beneficie solo a los casposos y las oligarquías. Para ello lo mejor necesitamos seguir poniendo ejemplos reales de lo que estamos haciendo. Un espacio que sea capaz de enumerar claramente las políticas y los datos que señalan que se está mejorando la sociedad de este país.
-Y finalmente un espacio centrífugo. Que deje un poco de mirar al centro (léase Madrid o léase Catalunya) y que mire también a las periferias. Que el relato no sea señalar continuamente lo mal que va todo en Madrid, sino que sea señalar lo bien que pueden ir algunas cosas en otros sitios como Asturies (sí lo sé, esto es marketing y emplazamiento del producto).
Señalar lo mal que lo hace Ayuso parece que no está sirviendo de mucho y quizás tenemos que empezar a olvidarnos un poco de ella y señalar lo bien que lo hizo Aníbal. Y si usted, querido lector y lectora no sabe quién es Aníbal de Mieres es que tengo toda la razón del mundo en lo que trato de demostrarles.
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