La gestión de Carlos Mazón100 días después de la DANA: fango, resiliencia y furia
La zona cero de la DANA intenta volver a la normalidad. La ciudadanía está exhausta y lucha por tirar adelante mientras PP y Vox eliminan restricciones a la construcción en la huerta.
València ha vivido una manifestación multitudinaria cada veinte días y surge una nueva cultura del territorio que luche porque una tragedia así no se vuelva a vivir.

Ricard Chulià Peris
València--Actualizado a
Cien días es un número redondo que ofrece una buena oportunidad para el balance. Son los días de gracia que la tradición dice que hay que dar a cada nuevo gobierno, aunque lo raro es que se cumpla. En el caso de la DANA que afectó al área metropolitana de València, desde Utiel hasta Algemesí, lo único que queda claro cien días después es que se necesitarán muchos más para llegar a una quimérica normalidad, sea lo que sea este término tan gastado.
El fango ya no es amo y señor de unas calles donde se vuelven a ver coches en tránsito y no solo amontonados unos encima de otros en cementerios improvisados en descampados al aire libre. Ahora bien, sus marcas, como cicatrices, se advierten a cada paso. Aún se respira y, de hecho, aún quedan incluso muchos garajes y sótanos por drenar. Y una parte de los coches evacuados simplemente se han trasladado de sitio, pero siguen suponiendo el mismo riesgo para la salud y el medio, como es el caso del desguace de Muro (el Comtat), a tocar del río Agres, pero a una hora de distancia de València. Si hubiera una moqueta suficientemente grande, allá abajo estarían los coches, parecen decirnos.
De los más de 80 municipios afectados, 28 aún se mantienen en nivel 2 de alerta, lo que quiere decir que necesitan ayuda externa. Las imágenes de bajos comerciales completamente destrozados siguen siendo bien habituales. Los polígonos aún están lejos también de volver a la actividad anterior a la DANA. Las cifras son frías, pero son coherentes con lo que ven los ojos: según un estudio reciente del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), las pérdidas llegarían a los 17.000 millones de euros, que suponen el 20% de los activos de la zona afectada. Es decir, las casas, las industrias, los bienes agrícolas o las infraestructuras. No sorprende tampoco, por lo tanto, que aún sean 31.902 trabajadores los que se encuentran en un ERTE. Cifras, cifras, cifras… con un rostro detrás de cada una de ellas.
Un rostro de indignación, ahora mismo, y que no parece que vaya a calmarse en un futuro próximo. Cien días después de la DANA, València ha vivido cuatro manifestaciones multitudinarias exigiendo la dimisión de Mazón, a las que habría que añadir una más centrada en la educación, así como otras concentraciones y diversos actos por toda el área metropolitana. Es decir, una manifestación multitudinaria cada veinte días. Recientemente, se han puesto en marcha los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción, que proponen un espacio de apoyo mutuo centrado en la economía social como instrumento, para que no “sigan haciendo negocio los de siempre”. Asimismo, también se han presentado las primeras iniciativas ciudadanas para denunciar a los responsables ante la justicia, como Mai Més.
La política institucional, sin embargo, va por otro camino. O por un camino diametralmente opuesto, más bien. PP y Vox han pactado una Comisión de Investigación en les Corts que presidirá la formación ultraderechista y que no empezará a trabajar hasta de aquí a un mes. Las cosas de palacio van despacio. Para según qué cosas, eso sí. El mismo día de la DANA, PP y Vox pactaban eliminar las restricciones a la edificación en primera línea de costa], ahora el Consell de Mazón ha eliminado el Consell de l’Horta, con el objetivo de construir en zonas antes protegidas. Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la Universitat d’Alacant, pedía paralizar todos los planes urbanísticos de la zona afectada por la DANA y repensarlos para evitar las viviendas en zona inundable. Mientras tanto, los alquileres en la zona más afectada no solo siguen subiendo, sino que suben aún más que la media, producto de la demanda y de la especulación
La riada de 1957 transformó radicalmente la València contemporánea. Supuso la puesta en marcha del Plan Sur, el proyecto de desvío del cauce del río Turia, que entonces pasaba por el centro de la ciudad, hacia las afueras, hacia la zona sur de la huerta de València, justo la afectada por esta nueva riada. Aquel macroproyecto faraónico conllevó también el pistoletazo de salida para la depredación de la huerta y el urbanismo salvaje, males que han agravado los efectos de la pasada DANA. Es probable que ahora mismo, en este sentido, nos estemos jugando la València del próximo medio siglo. Una València, por lo tanto, que será el resultado de la pugna entre el fango, la resiliencia y la furia.
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