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Manuela Carmena: "No hemos sabido romper esa enorme frontera que hay entre la clase política y los ciudadanos"

Por Esther Rebollo
-Actualizado a
Tuvieron que pasar 26 años para que Madrid eligiese a una alcaldesa progresista. Manuela Carmena, de 79 años y ya retirada de la política, no pudo revalidar el cargo en 2019. Ahora, habla con Público sobre el despegue de la extrema derecha y los desafíos de la izquierda.
¿Cómo es posible que tras un gobierno progresista que ha sacado adelante a España en momentos muy difíciles hayan tomado fuerza la derecha y la ultraderecha?
Hay que reflexionar sobre la salud de nuestra democracia, sobre la necesidad de cuidarla, de preocuparnos de si está asumiendo su destino final; y creo que hemos descuidado mucho el cuidar la democracia. Los procesos electorales ahora son campañas publicitarias basadas en denigrar a quien está gobernando para volver a ocupar el poder, llevadas a cabo por quienes tienen más medios, que son las derechas. Esto es muy grave, es el afán del poder por el poder, lo único que importa es desalojar al que está para llegar al poder como sea. Para eso recurren a campañas de mercadotecnia basadas en mentiras, en informaciones ambiguas y con un olvido absoluto de lo más importante, que es evaluar. Yo reprocho que los medios de comunicación no hagan el esfuerzo de obligar al político a que evalúe lo que ha hecho.
Hace sólo dos años, usted dijo que la ultraderecha llevaba formándose en España desde hacía años. Vox ya está en las instituciones ¿Usted imaginó que pudieran llegar tan lejos?
En absoluto, la verdad. A mí me sorprendió mucho la deriva de extrema derecha que estaba tomando el PP cuando en el Ayuntamiento planteamos la necesidad de cumplir con la Ley de Memoria y actualizar los nombres de las calles de Madrid. Me preocupó escuchar a la señora [Esperanza] Aguirre lo que hasta entonces no se habían atrevido a generalizar, que la Guerra Civil no fue un golpe de Estado, que empezó con la Revolución de Asturias. Pero nada hacía pensar que llegaríamos a donde hemos llegado.
Está de moda decir que la derecha impuso su relato. ¿Esto significa que la izquierda no es capaz de movilizar a la gente?
Esa frase habría que borrarla, hacer delete en el ordenador. Lo que hemos aceptado es que la política se ha convertido en campañas publicitarias de mercadotecnia donde se valora el insulto. Y no es ese el contexto en el que debe moverse la izquierda. La izquierda ha aceptado un marco de desprestigio de la democracia y eso es maravilloso para la
derecha y la extrema derecha, es ahí donde se sienten bien. En ese marco, ha crecido la extrema derecha y la izquierda no se ha dado cuenta de que eso no podemos aceptarlo.
¿Cómo es posible que la clase trabajadora vote a la derecha y sobre todo a la extrema derecha?
Por las campañas publicitarias basadas exclusivamente en eslóganes que buscan una reacción emocional. Desde el procés en Catalunya, hemos observado una orientación de esa política de la derecha para dar la imagen de que lo que se está haciendo desde la izquierda es destrozar España, dividir España. La mercadotecnia hace un análisis y dice: vamos a ver qué puede ser importante para que la gente responda a una idea de conservadurismo y protección. Y la respuesta es: ¡Hombre, pues que no me toquen España!
En la campaña para las elecciones de 2019, que ganamos, pero no pudimos gobernar, una parte importante de la propaganda del PP contra nosotros —y contra mí en particular— se centró en que yo era muy amiga del señor [Carles] Puigdemont. ¡Incomprensible! Había en el Metro grandes anuncios que buscaron extrapolar el conflicto de Catalunya al resto de España. Eso suscitó una reacción de vinculación con quienes defendían la unidad de España. Y ahí seguimos porque, aunque parezca imposible, las personas que no se sienten
lejanas a apoyar un gobierno de izquierdas que ha resuelto muchos problemas, te dicen que lo que no quieren es que se venda España. Es increíble, pero es así.
Hasta Rodríguez Zapatero ha salido a defender el progresismo. ¿Han tardado los líderes de las izquierdas en reaccionar?
Si todos hubiéramos adoptado una actitud de izquierdas respetuosa, sin insultos ni descalificaciones, si se hubiera buscado una vinculación con la sociedad… A mí me sorprende —sabes que utilizo el transporte público, donde jamás he encontrado un político— que la gente me diga que les gusto porque soy una persona normal. Creo que, aun haciendo cosas muy buenas, no hemos sabido romper esa enorme frontera que hay entre la clase política y los ciudadanos, a lo que no ha ayudado lo mal que funciona la Administración, lo desesperante que es la burocracia. Lo que ha pasado es que ha habido tantísima gente que no ha podido, por ejemplo, disfrutar del Ingreso Mínimo Vital; y de esto nadie habla.
Julio Anguita hablaba de “programa, programa, programa”. ¿El programa debe ser el corazón de una campaña?
Yo creo que no. Lo que se debe hacer es demostrar que los políticos son como los demás, como los ciudadanos.
Usted es jueza. Ha dedicado su vida al ejercicio del Derecho. ¿Nuestra democracia está preparada para soportar una embestida de la ultraderecha y garantizar los derechos?
Sin duda, yo soy muy optimista. Somos un país que quiere su democracia. Nos costó mucho conseguirla y sabemos cómo tenemos que conservarla, pero tenemos que cuidarla y actualizarla, no es algo que una vez se conquista se deja ahí. Para actualizarla, hay que revisar el funcionamiento del Congreso, del Senado, de los partidos. Estoy segura de que
vamos a resistir.
Pero las amenazas de “derogar el sanchismo” no son otra cosa que derogar las leyes de un Gobierno progresista.
Derogar el “sanchismo” es una auténtica chorrada. El contenido propio de las estructuras de los partidos políticos se está deshaciendo. En el siglo XX hubo grandes tensiones en los partidos de clase y eso ha desaparecido. Ahora, el contenido de los partidos se trasluce en eslóganes sin sentido, pero es interesante plantearlo porque hay un afán de hacer leyes y tan poco el seguimiento de su ejecución. ¡Venga a hacer leyes! ¿Por qué no revisamos las que tenemos y nos preguntamos para qué están sirviendo? Las leyes
deben tener una vocación de duración.
¿Dónde están el pensamiento crítico y las ideas progresistas que tanto han permitido a nuestra sociedad evolucionar?
Siguen estando donde estaban, nuestra sociedad ha evolucionado muchísimo, es tolerante y progresista. Por ejemplo, las bodas religiosas en España solamente son un 20%. Las ideas están, lo que ocurre es que se está sustituyendo el proceso de debate por otro en el que las derechas buscan todo el poder político a través de la mercadotecnia. Han hecho una campaña en la que pintan a una persona como malvada y, a partir de ahí, empiezan a utilizar elementos que van a motivar actitudes contra quien está en el poder,
independientemente de lo que haya hecho. Por ejemplo, se gestiona bien la economía, pero lo que se valora es el reproche al Gobierno porque está pactando con los grupos que quieren romper España.