Opinión
Por qué parece que gana el odio cuando no es así

Directora de la Fundación PorCausa
-Actualizado a
Las personas que creemos que para vivir mejor hace falta hacerlo en una sociedad justa y empática lo estamos pasando mal últimamente. Parece que no hay sitio para el amor y sin embargo, haciendo cuentas, somos muchas. entonces ¿Por qué nos sentimos así?
La verdad es que últimamente tenemos que hacer un esfuerzo enorme para no sucumbir al desánimo. Media hora en Bluesky, da igual a quien sigas, te deja una desazón indescriptible. Yo llevo una semana atiborrándome de comedias románticas y llorando cuando se confirma el final feliz con el que ya cuento desde el minuto uno. De hecho, he llegado a la conclusión que las comedias románticas son los únicos relatos utópicos que nos ofrecen las plataformas de vídeo en estos momentos, todo el resto es distópico. Cada noticia sobre Gaza me atraviesa el alma y paso unos segundos sin poder respirar hasta que supero la angustia que me produce sentir que no puedo hacer nada para parar lo que está sucediendo.
Veo La zona de interés, una película sobre el gestor de Auschwitz, y reconozco situaciones que, aunque no se repiten exactamente, riman. Nunca pensé que sería testigo de algo así. En mi trabajo constantemente estoy expuesta a noticias terribles. La externalización de fronteras implica el uso de mis impuestos para matar a gente en terceros países. El control migratorio en general es inhumano, y lo pago. El nuevo presidente del que se considera el país con más poder del mundo global es un monstruo y escupe odio desde que fue nombrado. Cada noticia que viene de allí me hunde. Y no soporto el panorama político nacional, no me representa, no me ilusiona. Agunas veces pienso que esto no tiene solución.
Sin embargo, me he dado cuenta, haciendo un gran esfuerzo para superar todo el ruido en el que estamos inmersos, que mi percepción no representa la realidad. Empecemos por Estados Unidos, realmente Trump solo obtuvo un 1% más de votos que Kamala. Casi 75 millones de personas votaron a la candidata demócrata en unas elecciones con una participación del 65%, es decir, hay muchos millones de personas que no votaron a Trump. Y si miramos lo que sucede en nuestro país, donde todavía seguimos teniendo un Gobierno progresista, Vox sube ligeramente las últimas encuestas, pero sigue más o menos unos dos puntos por debajo de sus datos del 2022.
Entonces, ¿a qué se debe esta sensación de que están ganando la partida? Una de las razones principales es el impacto que los discursos de odio tienen en las personas que no los comparten. Cada vez que uno de estos líderes arremete contra un colectivo vulnerable, desplegando racismo, xenofobia, aporofobia, o cualquier otra fobia, sin ningún tipo de control ni mesura, es un ataque psicológico contra las personas que no lo compartimos. Y ellos lo saben y se organizan para vapulearnos. Protagonizan todas las noticias y estiran el discurso, sobrepasando todas las líneas rojas. Cada una de estas noticias nos deja agotadas y tristes y aunque no representen el sentir popular, su efecto negativo es tan enorme que supera con creces el impacto positivo de cualquier otra información.
Hay noticias positivas por todos lados y todo el rato, noticias que superan en volumen a las malas. Es innumerable el número de líderes de opinión y políticos en todo el mundo que están levantándose contra Trump. Desde alcaldes de grandes ciudades en Estados Unidos a presidentes como Trudeau en Canadá. Actrices, cantantes y representantes del mundo de la cultura están saliendo al paso de todo lo que está sucediendo, animando a luchar y a no rendirse. En todo el mundo hay manifestaciones multitudinarias donde la gente encuentra amor y unión para levantar la voz a favor de un mundo inclusivo, diverso y justo. En España, el nuevo movimiento de la vivienda, liderado por las personas jóvenes, abre un debate social estancado y evidencia que faltan partidos con propuestas innovadoras, pero que existe fuerza e interés social por algo mejor.
Tenemos que empezar a ser mucho más cuidadosas con la información que consumimos. Tenemos que distanciarnos de la mierda y penalizar los soportes que la magnifican. El autocuidado es indispensable para superar estos momentos. Podemos perfectamente ganar la partida, pero el primer paso es creer que somos capaces de hacerlo, entender que somos muchas más. Hay que evitar caer en las dinámicas de odio que ellos utilizan, debemos construir desde el amor, entendido como un acto político. No debemos aceptar lo inaceptable, hay que expresar rechazo y exigir justicia y legalidad. Tenemos herramientas para trabajar desde nuestras capacidades individuales y colectivas. Hay que manifestarse, porque las manifestaciones sirven, dan calor colectivo, nos hacen sentir poderosas, son gasolina para el alma. Hay que informarse bien y compartir información de calidad con nuestro entorno. La información es la principal enemiga de la impunidad. Hay que trabajar con amor, como la antítesis del odio, entendiendo que el bien individual se consigue a través del bien común, que los derechos son para todas o para ninguna. Hay que construir comunidades locales en espacios pequeños que nos inspiren y nos aporten esperanza y cariño. Y hay que recordar que todo esto ya se hizo muchísimas veces y ha tenido éxito: somos muchas más, sólo tenemos que creerlo de nuevo.
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