El cine independiente se cuela en la gran gala de Hollywood
El triunfo de ‘Anora’ con cinco Oscar es un reconocimiento al cine independiente. La Academia contestó a las políticas inhumanas y totalitarias de Trump con los premios a ‘Aún estoy aquí y ‘No Other land’.
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Hollywood perdió ayer la gran oportunidad de alzar la voz contra la política inhumana de Trump y de denunciar la demencia totalitaria que se extiende como una plaga letal por todo el mundo. Escaparate privilegiadísimo, los trabajadores del cine no hicieron apenas alusiones políticas de palabra, aunque contestaron con algunos de sus premios. Para empezar el de Anora, la gran triunfadora de la noche, que es un reconocimiento indiscutible a la independencia creativa.
Mejor película, el filme, o mejor dicho, su autor, Sean Baker, se llevó otras tres estatuillas, las de dirección, guion y montaje, y una cuarta fue para su protagonista Mikey Madison. Y la Academia de Hollywood certificó así la gran mentira del sueño americano. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, la película, muy loca, muy libre y muy divertida, se aproxima al mundo de las trabajadoras sexuales y de las mafias para cargarse algunas patrañas de esa supuesta vida en el supuesto paraíso que es EEUU.
Los premios de mejor película internacional y mejor película documental fueron contundentes. Aún estoy aquí, de Walter Salles, es una película contra las dictaduras basada en la historia real de la desaparición de Rubens Paiva durante la dictadura militar en Brasil, un tiempo de terror que se extendió 21 años. Y No Other Land, de Basel Adra y Yuval Abraham, es el relato doloroso y real de la atroz violencia de Israel contra el pueblo palestino. “Hay un camino diferente, una solución sin supremacía étnica, la política exterior de EEUU bloquea este camino”, dijeron sus creadores, un periodista palestino y otro israelí.
La herida de Emilia Pérez
La película de Salles le arrebató el premio a Emilia Pérez, título que arrancó la carrera por los Oscar como grandísima favorita, con 16 nominaciones, y a la que los tuits racistas e islamófobos de Karla Sofía Gascón le han pasado factura, una factura altísima. Perdió prácticamente todas sus posibilidades y se tuvo que conformar con los Oscar de mejor canción, El mal, y mejor actriz de reparto, Zoe Saldaña. El de mejor actriz, al que aspiraba la intérprete española, acabó en manos de Mikey Madison, por la que no apostaron demasiado las quinielas hasta que se desató el escándalo.
“Mi abuela llegó a este país en 1961 —dijo Saldaña en su discurso—. Soy una orgullosa hija de padres migrantes con sueños, dignidad y manos trabajadoras. Soy la primera estadounidense de origen dominicano en aceptar un premio de la Academia y sé que no seré la última“.
Adrien Brody, por su parte, conquistó merecidamente el premio al mejor actor por su trabajo en The Brutalist, otra ficción que destapa el espejismo del sueño americano. “Estoy aquí una vez más para representar los traumas persistentes y las repercusiones de la guerra y la opresión sistemática, del antisemitismo, el racismo y la alteridad”, dijo el intérprete, que se fue con el segundo Oscar de su carrera, tras el que ganó por El pianista en 2002.
Gene Hackman
La película que le ha valido este reconocimiento, un trabajo de Brady Corbet que llegaba a Hollywood con dos premios en Venecia y tres Globos de Oro, ganó el Oscar a la mejor fotografía para Lol Crawley. Un premio que era de justicia y que reconoce una labor extraordinaria. También se alzó con el premio a la mejor banda sonora, para Daniel Blumberg. Otros galardones técnicos quedaron en manos de Dune. Parte dos (sonido y efectos especiales), Wicked (vestuario y diseño de producción) y La sustancia (maquillaje, incontestable).
De ésta última, todo esperaban ver levantarse a Demi Moore a recoger una estatuilla, pero no sucedió. Solo una de las nominaciones de la película de Coralie Fargeat, la de maquillaje, tuvo éxito, las de dirección, guion original y la mencionada de actriz principal fracasaron.
Así, la gala de los Oscar ha sido una ceremonia en la que los premios han estado muy repartidos. Casi todos se han llevado algún Oscar. Cónclave, que estaba en todas las quinielas, se alzó con el de mejor guion adaptado; A Real Pain terminó con el Oscar a mejor actor de reparto en sus manos, las de Kieran Culkin, y la preciosa fábula Flow, se llevó el premio a la mejor película de animación.
Películas cargadas de contenido político, pues, para contestar a los delirios de Trump, en una gala que tuvo su momento más emotivo en las palabras que Morgan Freeman dedicó al gran Gene Hackman. “Esta semana nuestra comunidad ha perdido a un gigante y yo he perdido a un queridísimo amigo. Tuve el enorme honor de trabajar con él en dos películas: Sin perdón y Bajo sospecha. Al igual que todos los que compartieron escena con él me di cuenta de que era un intérprete generosísimo, una persona que elevaba el trabajo de los demás. Recibió dos Oscar, pero lo más importante es que conquistó el corazón de los cinéfilos de todo el mundo”.
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