Opinión
El feminismo vence en las redes a la manosfera


Periodista y escritora
Se dice que los movimientos ultras y los machos violentos son los sectores que mandan en las redes. Lo cierto es que ellos viven de nosotras, se lucran a base de echarnos violencia encima. Ganan dinero con nuestro sufrimiento… Y en ocasiones, como en el caso de Un Tío Blanco Hetero, acaban pagando. Se dice también que los partidos de extrema derecha son los únicos que han aprendido a manejar la comunicación en red y que por eso se llevan de calle a los jóvenes. Puede que ellos hayan dado con una clave, pero nosotras hemos dado con la otra. No es cierto que sean los únicos, ni muchísimo menos. El feminismo se ha convertido, sin lugar a dudas, en el movimiento político que maneja el espacio de internet igual o mejor —yo creo que mejor— que los de la manosfera, los hombres violentos de las redes. La diferencia es que nosotras lo manejamos para el bien y ellos, para lo contrario, y por eso digo que nosotras lo hacemos mejor, evidentemente mejor.
El feminismo, y las mujeres en general, hemos llevado a cabo una revolución en los últimos años, sobre todo desde el arranque del movimiento #MeToo en 2017. Nuestras armas han sido las palabras, nos ha bastado con echarnos a contar para sacudir los cimientos de esta sociedad construida sobre nuestro silencio. No hay movimientos semejantes al #MeToo o al #Cuéntalo en el lado opuesto, el de los machos violentos. Tampoco, por ahora, en el de las víctimas que existen entre los varones que no son pocas, y cuyos agresores son también hombres.
Estoy cansada de que se repita una y otra vez lo bien que manejan los machos las redes, lo rápido que han aprendido a usar las tecnologías en beneficio propio, etc… y lo poco que se habla de la destreza de las mujeres. Porque somos nosotras las que hemos convertido las redes en una verdadera revolución histórica. Ellos, sencillamente han hecho lo de siempre: agredir, violentar, tramar dolores grandes y pequeños.
Sí es cierto que existe una nueva especie de fascismo global, pero convence a sectores de la población muy determinados: en su inmensa mayoría hombres, casi siempre jóvenes y en general con poquísima o ninguna formación. En el caso de la revolución en red de las mujeres, el perfil de las movilizadas es diverso, trasversal, y su potencia radica precisamente en ello, en la pluralidad y heterogeneidad de las involucradas. Las mujeres racializadas del ecofeminismo decolonial, las jóvenes coreanas del movimiento 4B, las veteranas luchadoras del feminismo negro, las blancas transinclusivas, las mujeres del movimiento LGTBIQ+… podría seguir y desmenuzar también cada uno de esos grupos que se han empeñado en mostrar como enfrentados porque si nos retrataran como complementarias se echarían a temblar.
Sin embargo, hay a quienes, a derecha e izquierda, no les gusta admitirlo, les cuesta. Quizás porque el feminismo es una fuerza difícil de domar y encajar en los partidos tradicionales. O porque los pone en evidencia. Sea por lo que sea, nos están hurtando el logro de habernos hecho grandes, enorme, en las redes, y de ser por el momento el único movimiento político capaz de plantar cara al fascismo macho que avanza. Si algo tenemos todas en común es un conocimiento profundo de aquello que nos mueve. El feminismo es lo contrario a la ignorancia violenta de los machos unidos bajo el impulso MAGA (Make America Great Again). Más les vale recordarlo llegado el momento.
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