La DANA impulsa la agresividad de la extrema derecha contra la izquierda y el valencianismo
La tensión política que se vive en el País Valencià a raíz de la catástrofe y la mala gestión del Gobierno de Mazón, con su negativa a dimitir, han conllevado también un endurecimiento de los discursos en los sectores más conservadores.

València--Actualizado a
"Lo que les molesta es que Franco les perdonase". Así se refería Borja Revilla, portavoz de Vox en Algemesí (Ribera Alta), a Josep Bermúdez, portavoz de Més Algemesí (Compromís y Esquerra Republicana), nieto de un republicano fusilado. Este exabrupto podría ser simplemente una salida de tono aislada, pero, lamentablemente, no es así.
En las últimas semanas, especialmente a raíz de la DANA, la agresividad de la extrema derecha se ha incrementado en el País Valencià. Obviamente, en las primeras semanas de la tragedia hubo intentos de aprovechar la situación, y la desinformación, así como grupos ultras organizados, hicieron su presencia. Se pudo ver en la visita oficial a Paiporta. Pero lo cierto es que estos conatos no dieron sus frutos. Solo hay que comparar las ya seis manifestaciones multitudinarias que ha vivido València para reclamar la dimisión de Carlos Mazón con la que organizó la extrema derecha el 16 de noviembre, un pinchazo clamoroso que apenas pudo reunir un centenar de asistentes.
Bermúdez explicaba a Público que no se esperaba una reacción así por parte de la derecha, que lo más lógico hubiera sido que simplemente se hubieran limitado a votar en contra de la iniciativa de la izquierda y evitaran condenar el franquismo. Sin embargo, algo ha cambiado, y es que la entrada de Vox en los ayuntamientos, sobre todo a partir de las elecciones municipales de 2023, ha agriado el debate, por sí mismo, pero también porque ha comportado que el PP tienda, por su parte, a escorarse aún más a la derecha y a radicalizarse.
Lo podemos comprobar con la retórica que empleaba Carlos Mazón hace un par de semanas para anunciar su pacto presupuestario con Vox. Así, Mazón se proponía "enfrentarse sin complejos al Pacto Verde y a las políticas que favorecen la inmigración ilegal", ya que "las dos cuestiones tuvieron que ver con la tragedia de la DANA en sus causas y en la amplificación de las consecuencias por el pillaje". No era un exabrupto de un político de Vox, sino que era el president de la Generalitat hablando de deportar migrantes y asociando explícitamente delincuencia con inmigración.
Se hace muy difícil, en este sentido, identificar a un PP que se exprese en estos términos como una derecha moderada diferenciada de Vox. Hace unos dóas, Vicente Barrera, extorero y exvicepresidente de la Generalitat con Mazón nombrado por Vox, decía en su perfil de la red social X que "el odio que destilan [la izquierda] es infinito, pero así y todo, la realidad es que fueron los subcampeones en el 39 y eso si, [sic] no lo pueden cambiar por mucho que pataleen". Llegados a este punto, ¿nos parecería imposible que un mensaje así pudiera firmarlo alguien como Mazón?
La tensión, obviamente, baja hasta los niveles institucionales más cercanos al ciudadano. Un ejemplo en este sentido lo hemos vivido recientemente en Godella (Horta Nord). El pasado 2024 se celebraba el centenario del nacimiento de Vicent Andrés Estellés, de quien hay consenso al calificarlo como el poeta valenciano más importante del siglo XX, sin la participación de la Generalitat en manos de PP y Vox, pero sí con la del Govern de Catalunya, entre otros. Estellés era natal de Burjassot, localidad vecina, y en Godella se habían instalado paneles para recordar al poeta.
Ahora bien, María Lurueña, edil del PP y cuarta teniente de alcalde, pero también directora territorial de Empleo en el gobierno de Mazón, se jactó en el pleno del ayuntamiento, hace unos días, de haber "machacado" los panales y utilizarlos "para rellenar los socavones del pueblo". Un poeta como Estellés no merecía el mínimo respeto, ni tan siquiera institucional, ya que, para Lurueña —de quien no se conocen estudios literarios, por otra parte—, solamente representa "al poeta del odio, de la ordinariez y del catalanismo".
Otro poeta valenciano vinculado fuertemente a su tierra es Miguel Hernández, inseparable de su Orihuela (Vega Baja) natal. Y, como Estellés, repudiado por la derecha local —si no toda, en este caso, sí por la más extrema—. Los vinilos del Rincón Hernandiano del municipio fueron retirados en diciembre del año pasado por la concejalía de Cultura del Consistorio, en manos de Vox, y supuestamente para su mantenimiento.
Sin embargo, la Coordinadora Ciudadana Miguel Hernández no se acababa de fiar de estas motivaciones. Y hacía bien, de hecho. Las intenciones de Vox eran otras, y se han explicitado en el pleno municipal de hace unos días, cuando Anabel García, concejala de Cultura, explicaba que, según la nueva ley de concordia, pactada entre PP y Vox para eliminar la anterior normativa de Memoria Democrática del gobierno progresista, el panel en memoria de Miguel Hernández contendría exaltación política que violaría el mandato de "protección y reconocimiento a las víctimas de la Segunda República".
También hace unos días, el Gobierno municipal de Massamagrell (Horta Nord), formado por PP y Vox, ha eliminado el nombre del escritor Joan Fuster de un centro cultural del pueblo. La argumentación oficial es que el ensayista de Sueca no tuvo vinculación con el municipio, pero a nadie se le escapa que la definición que Lurueña aplicada a Estellés probablemente también valdría para Fuster. Se da la circunstancia de que Fuster también daba nombre a una avenida municipal hasta 2020 —entonces con un gobierno del PSOE en minoría—, cuando se le cambió el nombre para otorgársela a un concejal del PP fallecido unos meses antes.
La incomodidad o el rechazo contra todo aquello que represente el valencianismo es, en este sentido, una constante. Pero hay veces que esta aversión llega hasta el simple hecho de expresarse en valenciano. Esto fue lo que paso en Paiporta (Horta Sud) a principios de marzo, cuando unos vecinos —de conocida filiación derechista— interrumpieron el pleno mientras los concejales de Compromís se expresaban en valenciano, recriminándoles que era una falta de respecto e instándoles a hablar "en español".
Pero no solo en Paiporta. En la legislatura pasada, en Sant Joan (l’Alacantí), la portavoz de Vox llegó a denunciar ante la Justicia el hecho de que los concejales del grupo de Compromís se expresasen en valenciano en los plenos, también en respuesta a sus interpelaciones.
Ahora mismo, Vox solo ostenta formalmente una alcaldía en todo el País Valencià. Se trata de Nàquera (Camp de Túria), una zona muy poblada de urbanizaciones en el noroeste del área metropolitana de València. La legislatura empezó con la prohibición de exhibir banderas LGTBIQ+ en espacios públicos, también aprobada por el PP. Ahora bien, ¿hasta qué punto esta agitación responde a una demanda social o el objetivo de la agitación es precisamente crearla? Es difícil calibrarlo. Pero un dato reciente nos puede dar una pista: si Vox impulsó un cambio legislativo para poner fin a lo que calificaban de "imposición del valenciano" en la educación, en Nàquera, en la consulta sobre la lengua base en los estudios, que era su buque insignia, dos tercios de las familias optaron por el valenciano. Parece que mientras la extrema derecha agita el odio, este no acaba de cuajar del todo en el pueblo.
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