Musk da por amortizada su injerencia en Alemania y mira a España: "Le interesa que Abascal gobierne"
Vox celebra que Musk se haya fijado en su partido, porque los coloca como "los elegidos" en España y los "legitima internacionalmente".

Madrid--Actualizado a
"Cuando encendí el teléfono esta mañana, (...) había recibido llamadas perdidas desde Estados Unidos. (...) Elon Musk me felicitó personalmente". Alice Weidel celebró con este tuit la gesta de la extrema derecha en las elecciones presidenciales. Alternativa para Alemania (AfD) duplicó el número de votos y saldó la cita con las urnas con un resultado histórico: segunda fuerza, sólo por detrás de los conservadores de Friedrich Merz. Las encuestas llevaban meses enviando señales y la ola reaccionaria global llegó también al Bundestag; hasta aquí, pocas sorpresas. Musk dice que es "cuestión de tiempo" que los ultras lleguen al poder en Berlín; pero la campanada no la dio el hombre más rico del mundo, sino la izquierda de Die Linke.
El apoyo de Musk a Weidel desconcertó en un primer momento a sus oponentes. El magnate conversó en un directo de X con la candidata de AfD y entró de lleno en la campaña: "propaganda gratuita" en redes, delimitación de los marcos discursivos e insultos a Olaf Scholz y al presidente federal, Frank-Walter Steinmeier. Alemania no estaba acostumbrada a este tipo de injerencias, igual que tampoco lo está Europa. ¿Cómo han influido Musk y EEUU en los resultados? ¿El miedo a un gobierno de ultraderecha movilizó a los votantes de izquierdas? ¿Quién ha ganado la batalla? ¿Musk seguirá adelante con su plan para conquistar Europa?
Las incógnitas se han disparado tras la jornada electoral y, si bien es cierto que no todas tienen –de momento– respuesta, los resultados nos permiten aclarar algunas dudas. "Musk no ha cumplido todas sus expectativas, porque no ha logrado el efecto movilizador que esperaba. Esto no quiere decir que haya sido indiferente o que su injerencia haya pasado desapercibida. El magnate ocupó un lugar central en la campaña al respaldar desde su propia red social y desde la prensa alemana a la extrema derecha; banalizó el nazismo y llegó a firmar un artículo en Die Welt", precisa Anna López Ortega, politóloga y experta en extremas derechas.
AfD empezó a crecer en las encuestas tras las elecciones europeas, cuando consiguió el 15,9% de los sufragios. Las alegrías se acabaron con el verano. El partido alcanzó una estimación de voto del 20% en octubre; pero luego se estancó, gracias, en parte, a que los conservadores y los socialdemócratas compraron algunas de sus propuestas, sobre todo en términos culturales. Die Linke, "el único partido antifascista", ha sabido aprovechar el efecto Musk para su propio beneficio, como una suerte de respuesta a la corriente reaccionaria que recorre el mundo. La izquierda alternativa tuvo la lista más votada en Berlín y triunfó entre los jóvenes de todo el país, sobre todo entre las mujeres.
Weidel se ha ofrecido para un gobierno en coalición con los conservadores: "Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad. Los electores alemanes han votado por un cambio político", ha deslizado. Merz, sin embargo, ha insistido en explorar otrar fórmulas para no gobernar con la ultraderecha. El cordón democrático parece evidente, por mucho que los ultras tachen la decisión, precisamente, de "antidemocrática". AfD liderará previsiblemente la oposición en un parlamento alemán que "ha quedado absolutamente derechizado", con los radicales y los conservadores instalados en más de la mitad de los asientos. Musk, entretanto, mira hacia su próximo objetivo: España.
Abascal quiere surfear la ola 'trumpista'
"Vox ganará las próximas elecciones", publicó el magnate en su red social, para disfrute de sus 218,6 millones de seguidores. El hombre más rico del mundo ha tomado partido en la política española. Y lo hace, además, mientras Pedro Sánchez llama a la rebelión contra la "tecnocasta".
Para Abascal, que lleva meses, incluso años, tratando de exhibir su acercamiento con el trumpismo, es una oportunidad de oro; quiere subirse a la ola populista que ha arrasado Estados Unidos. "Musk es la viva imagen de esta corriente y la extrema derecha ansía tenerlo detrás, entiende que puede salir beneficiada, al menos de momento", señala Javier Carbonell, director adjunto del think tank Future Policy Lab. El trasvase de votos en las encuestas, donde Vox ha recortado distancias con los populares, les da alas para seguir por este camino.
En el entorno del presidente de Vox celebran que Musk se haya fijado en ellos y esperan que se mantenga en la misma línea hasta las próximas elecciones generales. "Esas cosas no se piden", responden sobre si le pedirán apoyo expreso, aunque les "encantaría". Y no tanto por el efecto electoral que su injerencia pueda tener, y así lo reconocen, sino porque les coloca como los "elegidos" en España de una red ultraderechista con cada vez más poder.
De hecho, la semana pasada, durante la estancia de Abascal en Washington para asistir a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), el presidente de Vox se vio con Musk –no ha trascendido cuánto tiempo, aunque al menos el suficiente como para fotografiarse juntos– y le agradeció que haya devuelto "la libertad" a X (antes Twitter). Tras ese contacto en el foro ultraderechista, llegó el mensaje de Musk pronosticando su victoria en las próximas generales; un escenario inverosímil según las encuestas actuales.
Además, tras años asistiendo a estas convenciones trumpistas y pasando desapercibido, Abascal también consiguió que Trump se dirigiese a él desde el escenario: "Al líder del partido español Vox, Santiago Abascal. Gracias, Santiago. Estás haciendo un gran trabajo". Trump y Musk, Musk y Trump, se alían para impulsar a una extrema derecha española que se ha rendido a sus postulados amarrando su futuro al suyo. Asumen así el riesgo que el todopoderoso dueño de Tesla tenga más de mito que de realidad, como piensan en el Partido Popular.
"Musk va a seguir condicionando el debate público; tiene herramientas para desplazar la agenda pública y política en aquellos temas que más favorecen y movilizan al electorado de Vox, seguirá librando la batalla cultural y propagando discursos de odio sin ningún tipo de límite. Abascal se siente cómodo con este aliado, porque lo legitima internacionalmente", desliza Anna López Ortega. Javier Carbonell coincide con esta lectura y añade: "[El magnate] va a traer aquí marcos y debates que son más propios de EEUU, como la inmigración y el cuestionamiento de los procesos electorales; también va a poner a disposición de los candidatos espacios y herramientas de promoción, donde van a ganar visibilidad. Y no me parecería raro que hubiera algún tipo de financiación…".
Las voces consultadas por este diario reparan además en los objetivos económicos del empresario sudafricano, directamente relacionados con su injerencia política. "Le interesa que gobierne Vox para hacer negocios tanto a través de Tesla como de SpaceX", precisa López Ortega. Este tipo de acuerdos no son nuevos en Europa. Giorgia Meloni confirmó en enero que Italia negociaba con las empresas de Musk un paquete de "comunicaciones seguras" para el Ejecutivo por 1.500 millones de euros. Abascal estaría dispuesto a seguir la estela de su homólogos en Roma y Washington, según relatan los expertos. La desregularización en materia tecnológica contribuiría "sin duda" a nutrir su megalomanía.
España vs Alemania, diferencias y parecidos
Alternativa para Alemania (AfD) arrasó este domingo entre los hombres de más de 35 años. La brecha de género se agudiza en las nuevas generaciones: dos jóvenes varones votaron a la extrema derecha por cada mujer de su misma edad que confió en los ultras, según los sondeos de Infratest Dimap. "Estos resultados vienen a confirmar lo que ya sabíamos: los hombres son cada vez más de derechas y las mujeres jóvenes, cada vez más de izquierdas. La gente que está en el mercado laboral y sufre las causas del debilitamiento económico es la que más simpatiza con posiciones extremistas, una tendencia que afecta por igual a todo el continente", destaca Javier Carbonell.
España es, si cabe, una excepción en Europa, no tanto por su electorado, sino por la oferta política disponible. El PP y Vox son "bastante más parecidos" que AfD y los conservadores alemanes. La extrema derecha de Abascal, además, difiere en algunos aspectos de la que triunfa en Viena, Roma, Berlin o París. "Los líderes europeos tienen claro que se dirigen a las clases obreras, aprovechan ese componente. Vox, en cambio, no quiere hacer ese giro, no quiere quitarse la etiqueta de partido de los señoritos; intentan conseguir lo mismo pero sin pagar el precio que realmente les costaría. Si hicieran ese giro, perderían a un sector [de clase alta] que volvería al PP", continúa el politólogo.
De ahí la etapa de indefinición ideológica en la que se encuentra el partido de Abascal, completamente entregado a la batalla cultural y al impulso que el trumpismo pueda ejercer sobre ellos. Incluso aunque por el camino acaben justificando la invasión de Putin en Ucrania, como ha sucedido en los últimos días. Una deriva que no gusta nada en un PP que está muy lejos de imponer cordones democráticos a la extrema derecha, como ha ocurrido en Alemania, y que espera que estos posicionamientos acaban pasando factura electoral a Vox. "Aquí la gente no vota pensando en Musk", insisten desde Génova.
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