EEUU se ve incapaz de parar la guerra de Ucrania, que se recrudece y amenaza con nuevos frentes
Trump arremete contra Putin y Zelenski ante los escollos para detener la guerra de Ucrania y evidencia la impotencia de EEUU para forzar una tregua que nadie quiere.

Madrid-
Primero, cuando aún no había jurado su cargo como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump prometió terminar la guerra de Ucrania en 24 horas. Una vez en la Casa Blanca, sus asesores ampliaron hasta abril ese plazo. Pero ya estamos en primavera y el fin de la contienda parece tan lejano como a principios de año. Ninguno de los contendientes está respetando las treguas parciales acordadas sobre las infraestructuras energéticas y los movimientos rusos en el campo de batalla apuntan más bien a la posible apertura de nuevos frentes una vez se produzca el deshielo estacional.
La Casa Blanca había considerado el domingo de Pascua, es decir, el 20 de abril, cuando Trump cumplirá tres meses al frente de EEUU, como una fecha oportuna para alcanzar ese alto el fuego definitivo, pero la marcha de la guerra no apunta en esa dirección. Ambos países continúan lanzando oleadas de drones contra objetivos militares y civiles, incluidos los sistemas eléctricos y de hidrocarburos, y los combates en el este de Ucrania son igual de encarnizados que a finales del año pasado.
Los observadores militares occidentales y los propios ucranianos consideran además que Rusia está preparando una gran ofensiva que podría golpear el norte de Ucrania, tras quedar reducida la presencia ucraniana en Kursk a apenas unas bolsas de tropas, en concreto en Sumy, que está cercana a esa región rusa atacada el verano pasado. La toma por los rusos de la localidad de Veselivka, en Sumy, la semana pasada apuntaría en esa dirección.
Los bombardeos rusos en la vecina Járkov muestran un incremento en la presión del ejército del Kremlin en esa zona del norte de Ucrania. El Gobierno ucraniano ha señalado que Moscú está ganando tiempo para así poder conquistar más espacio territorial de cara a unas negociaciones de un armisticio que aún queda lejos.
Y no solo en el norte podría darse ese intento ruso de romper las líneas ucranianas. Según el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, la nueva ofensiva podría afectar también al sur, a la región de Zaporiyia, donde desde hace semanas se han intensificado los combates.
Reclutamiento masivo en Rusia
En este contexto, la firma este lunes por el presidente ruso, Vladímir Putin, de un decreto que ordena el reclutamiento de 160.000 nuevos efectivos para el ejército, en el primer llamamiento a filas de 2025, aumenta la inquietud sobre la continuación de la guerra y fortalece la idea de que Rusia podría estar preparando una ofensiva a gran escala. Este llamamiento a filas supera en 10.000 hombres al anterior.
La alarma lanzada por Kiev obedece también a la necesidad que tiene Ucrania de afianzarse ante la mesa de negociaciones y conseguir de Washington las armas necesarias para ello. Los aliados europeos de Ucrania han prometido multimillonarias sumas para comprar munición de artillería, misiles y otras armas, pero tardarán en llegar todos estos cargamentos y la primavera, con las posibles ofensivas rusas, ya está encima.
Aunque EEUU sigue entregando las partidas armamentísticas ya comprometidas, en Kiev existe el temor de que Trump pueda congelar de nuevo esos envíos, así como el intercambio de inteligencia, como hizo hace unas semanas, lo que llevó a Rusia a tomar la delantera en Kursk de forma decidida y casi completar su reconquista.
Objetivo de Moscú: desgastar al ejército ucraniano para el futuro
Y esa es la intención de Moscú: ganar en el campo de batalla lo que su actual ventaja militar le permite, obligando a Ucrania a utilizar todo su potencial militar y a no guardarse buena parte de él para el caso de que, cuando la guerra concluya, quiera convertirse en una pieza clave de la arquitectura europea de seguridad que se está bosquejando estos días en Bruselas y las capitales europeas.
Este lunes tuvo lugar en Madrid la cuarta reunión del llamado G5+, con la participación de los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, España, Francia, Italia, Polonia, Reino Unido y Ucrania, además de la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas. Este grupo se creó para impulsar la seguridad y defensa en Europa ante la supuesta amenaza de Rusia.
Tanto la alta representante para Asuntos Exteriores de la UE como el ministro francés del ramo, Jean-Noel Barrot, dos de los políticos europeos más antirrusos, pidieron a EEUU que presione a Moscú para que acate un alto el fuego. Pese a su apuesta radical por una Europa independiente militarmente de Washington, a ninguno de ellos se le pasa por la cabeza que en estos momentos se pueda dar un paso efectivo en lo que se refiere a Ucrania sin contar con la Casa Blanca.
La paciencia de Trump
Pero no es fácil la posición de Trump. Ante la incapacidad de su diplomacia de avanzar en esta crisis, más allá de la celebración de una serie de encuentros con ucranianos y rusos, importantes, pero en modo alguno decisivos, el presidente estadounidense parece estar perdiendo la paciencia.
En las últimas horas, Trump arremetió contra Moscú y Kiev por la poca voluntad que cree que están mostrado para avanzar hacia la paz. Así, amenazó al primero con más aranceles comerciales a sus hidrocarburos si no aceptaba un alto el fuego, y al segundo le recriminó por intentar cambiar sobre la marcha el principio de acuerdo destinado a compartir con EEUU los recursos naturales ucranianos.
En el caso de Rusia, Trump reconoció el domingo en una entrevista con la NBC que se había molestado mucho cuando Putin afirmó días antes que Zelenski debería dejar el poder y que Ucrania habría de quedar un tiempo bajo la administración de la ONU y los auspicios de EEUU y algunos países europeos, al menos hasta que se celebraran elecciones y se avanzara en las negociaciones de paz.
Trump amenazó con imponer aranceles secundarios del 25 al 50% contra el petróleo exportado por Rusia y mostró su aparente enojo. En realidad las palabras de Putin eran mucho más suaves que las que el propio Trump había dedicado a Zelenski por la misma razón, es decir, que el líder ucraniano siga en el poder aunque su mandato hubiera acabado en mayo pasado, sin la celebración de comicios debido a la guerra. Trump llegó a llamar a Zelenski “dictador sin elecciones”.
Este lunes, el Kremlin quiso quitar peso al estrés de Trump con Moscú y dejó claro que el ritmo lo está imponiendo Moscú. Su portavoz, Dmitri Peskov, insistió con mucha calma que las negociaciones con Washington “están en curso”, sin que se puedan adelantar más detalles, Peskov destacó que el peso de ese diálogo está sobre todo en “la normalización de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos”. Es decir, primero la paz entre superpotencias y ya veremos qué pasa con Ucrania.
Una nueva brecha entre Trump y Zelenski
El apercibimiento de Trump a Zelenski en la noche del domingo fue bastante más agrio. A bordo del avión presidencial Air Force One, el mandatario estadounidense advirtió contra la supuesta intención de Zelenski de retirarse del acuerdo sobre minerales estratégicos y otros recursos naturales ucranianos. “Si lo hace, tendrá serios problemas, muy serios”, amenazó directamente Trump.
Para que no quedaran dudas sobre el tono de su conminación, el presidente estadounidense agregó contundente, sobre un tema que ya parecía haberse zanjado hace tiempo: Ucrania “quiere ser miembro de la OTAN, pero nunca lo será”. Era una forma de hurgar en la herida que más duele al líder ucraniano.
La nueva controversia sobre ese acuerdo que regula la futura explotación conjunta entre EEUU y Ucrania de las tierras raras y otros minerales de alto valor tecnológico y económico de este país surgió cuando el viernes pasado se dio a conocer el borrador de la última revisión del pacto.
Según este borrador, EEUU obtendría la mitad de los beneficios de la explotación de los recursos naturales de Ucrania, incluidas las infraestructuras relacionadas con esa extracción y comercialización, por ejemplo el transporte y los sistemas portuarios y ferroviarios. Pero no solo. El proyecto de acuerdo recuerda que Ucrania tiene que devolver con intereses a EEUU la ayuda militar suministrada en estos tres años de guerra, cuando se suponía que era un apoyo desinteresado en su mayor parte.
Además, Washington podrá vetar el acceso de empresas de otros países a la explotación de los recursos mineros de Ucrania. Esto supondría un gran problema para las aspiraciones de Kiev de incorporarse a la Unión Europea. Es lógico que Zelenski mostrara su preocupación al respecto y subrayara que el actual proyecto de acuerdo se distancia mucho de lo que ya se había acordado hace semanas e incluso que puede vulnerar las leyes ucranianas.
Zelenski tendrá que optar entre Europa y EEUU
Este nuevo distanciamiento entre Zelenski y Trump favorece la estrategia rusa de desacreditación del líder ucraniano. El apoyo europeo sin apenas fisuras a Zelenski y la animadversión creciente de la Administración Trump a Bruselas podrían cerrar un círculo que en estos momentos no le es muy favorable al presidente de Ucrania.
La guerra no tiene visos de acabar y, a pesar del mucho ruido de los europeos para defender su participación en las negociaciones, apoyar hasta el final a Ucrania y a apostar por el rearme del continente contra una supuesta Rusia amenazante e imperialista, la ayuda inmediata que pueden prestar a Ucrania no es determinante para inclinar la balanza hacia Kiev en la contienda.
En estos momentos, por desgracia para Zelenski, su dependencia de la voluntad de EEUU es si cabe mayor que al comienzo de la guerra. Ahora está en juego no ya la pérdida de más o menos territorio, sino la propia supervivencia política del líder ucraniano.
Aunque quiere, no puede continuar la contienda, por el desgaste del ejército ucraniano y porque necesita que estas fuerzas armadas sobrevivan a la guerra o Ucrania no tendrá ninguna opción en la nueva Europa del rearme. Ese ejército poderoso, pese al maltrato de la guerra, constituye además una carta que Zelenski puede jugar ante EEUU, si decide finalmente aceptar el acuerdo de explotación mineral con Washington.
En estos momentos, para Zelenski es más importante preservar el ejército que la integridad territorial de Ucrania. Pero ve que el tiempo se le acaba y que más tarde o más temprano va a tener que optar por la tutela estadounidense o la europea para decidir qué papel puede jugar Ucrania en el mundo.
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