Saber o no saber valenciano: la pregunta que deben responder las familias en la consulta educativa del PP
Unas 570.000 familias valencianas podrán elegir la lengua base de los estudios de sus hijos entre el 25 de febrero y el 4 de marzo.
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Ricard Chulià Peris
Desde el 25 de febrero hasta el 4 de marzo, las familias que tengan hijos matriculados en el sistema educativo valenciano están convocadas a una votación telemática para decidir la lengua base de los estudios en los que estén inscritos. Cada familia tendrá un voto por cada hijo y podrá elegir entre el valenciano o el castellano. Hay alrededor de 570.000 convocadas para la consulta.
Se trata de la puesta en marcha de la Ley de Libertad Educativa que aprobó el gobierno de PP y Vox en junio de 2024, con la cual el entonces bipartito (Vox abandonó poco de tiempo después todos los gobiernos autonómicos) quería poner fin a lo que calificaba de “imposición lingüística” por parte del anterior gobierno progresista.
Estos días, Mazón se ha referido a poner fin al “modelo catalán” y ha prometido que el valenciano “no se volverá a usar como herramienta ideológica en las aulas”. Lo decía el pasado sábado, 22 de febrero, en Orihuela (Vega Baja), ciudad históricamente castellanohablante, donde se encontró con una protesta que le reclamaba la dimisión.
Mientras Mazón hacía esa promesa, en Castelló, València y Alacant se manifestaban las asociaciones en defensa de la lengua, así como los sindicatos, contra una ley y una consulta que consideran una traba y un retroceso para la lengua propia en la educación. El Sindicat de Treballadores i Treballadors de l’Ensenyament País Valencià (STEPV-Intersindical), el mayoritario en el sector, ha denunciado, que, bajo la que consideran que es una apariencia de neutralidad del gobierno del PP en la Generalitat, lo que hay es una agenda de asociar el estudio del valenciano a la “imposición” y la promoción de la enseñanza en castellano.
De hecho, la Conselleria de Educación, a través de la inspección educativa, obligó el 7 de febrero a retirar pancartas en favor de la elección del valenciano en la consulta en diferentes centros de Oliva (la Safor). Al mismo tiempo, el secretario autonómico de Educación, Daniel Mcevoy, participaba en Alacant en un acto en favor de la elección del castellano, organizado por Escuela de Todos y asociaciones de padres y madres que denuncian la “imposición del valenciano”.
Esta consulta, no se puede entender sin la importación en el País Valencià de un discurso generado en Catalunya y que ha encontrado eco en diferentes ámbitos de la derecha en todo el Estado. Para la comunidad educativa, la ley de PP y Vox pondría fin a un “modelo catalán” en la educación, impulsado por el anterior gobierno progresista de PSPV, Compromís y Unidas Podemos, como hemos visto que hacía Mazón.
A diferencia del modelo único articulado alrededor de la lengua catalana que rige en Catalunya, en el País Valencià había, hasta 2017, un modelo en el que se podía elegir entre una línea vehiculada en la lengua propia y otra vehiculada en castellano. Las familias elegían entonces también, por lo tanto, la lengua de la educación de sus hijos, pero lo hacían por adelantado, puesto que sabían cuál era el programa lingüístico del centro en el que los escolarizarían.
Esta es una diferencia clave, en opinión de la campaña La llengua no es toca, de la Plataforma per la Llengua del País Valencià, que insta la comunidad educativa a lucir cada jueves camisetas verdes en defensa del valenciano en sus centros. Así, con esta consulta, las familias podrán elegir una lengua que después no necesariamente se corresponderá con la que se vehiculará en el centro en qué estarán sus hijos matriculados.
En este sentido, según Sílvia Gómez, de Plataforma per la Llengua y de la Assemblea de Docents pel Valencià, y catedrática de Filosofía en el IES Algemesí, la eliminación de aquel sistema de líneas en 2017 supuso un primer retroceso para la enseñanza en valenciano que ahora continúa. En aquel momento, el gobierno de PSPV y Compromís, con Vicent Marzà, militante de esta última formación, en la Conselleria de Educación, eliminó el antiguo modelo de líneas para establecer un modelo único, conocido como Programa Plurilingüe (PEPLI), que pivotaba alrededor de tres lenguas, valenciano, castellano e inglés, que se repartían unos porcentajes mínimos —de borde el 25%— y máximos —de borde el 50%—.
Este sería, pues, el “modelo catalán” de que, desde entonces, y con una guerra abierta en los tribunales, centró el rechazo de la derecha valenciana. Ahora bien, la paradoja es que, si había algún “modelo catalán” que imitara aquel PEPLI, era, de hecho, el que proponía Ciudadanos para Catalunya, tal como explicaba en 2021 Natxo Badenes, entonces presidente de Escola Valenciana, la asociación más numerosa en defensa del valenciano en el sistema educativo.
Del mismo modo, para la comunidad educativa se hace difícil también defender la tesis de Carlos Mazón sobre la “imposición del valenciano”. El mismo Mazón, de hecho, no es competente en la lengua propia y su gobierno al completo emplea casi el 100% del tiempo el castellano. Así mismo, no se ha visto nunca a José Antonio Rovira, conseller de Educación, usando en público el valenciano.
En esta consulta sobre la lengua que ahora empieza, como defendía en este diario Gerard Fullana, portavoz del grupo Compromís en las Corts en materia de Educación, lo que se elige es "el conocimiento o la ignorancia del valenciano". Es decir, en el modelo de porcentajes de lenguas finales que prevé la Ley de PP y Vox, si se establece finalmente el valenciano como lengua base, como mucho podrá llegar al 52,5% de las horas lectivas, mientras que, si, por el contrario, lo que se elige es el castellano, este podrá llegar a más del 80%.
La pregunta, por lo tanto, podría ser si esta ley garantiza que los alumnos dominan las dos lenguas oficiales, así como el inglés. Este es el compromiso público del conseller José Antonio Rovira. La mayor parte de los sindicatos y de las asociaciones educativas discrepan. Todas alegan que la elección del valenciano como lengua base de la enseñanza garantiza el conocimiento de esta y del castellano, mientras que la elección del castellano como lengua base no garantiza el conocimiento funcional del valenciano.
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